El pasado enero, el mundo fue testigo de una gran ofensa hacia el principio universal de la libertad de expresión. La República Popular de China ordenó un “cyberataque” contra la página web más popular del mundo, Google.
El problema empieza cuando porque el gobierno del país más poblado del mundo tiene como leyes para todos los habitantes, la prohibición y/o censura de alguna información que pueda llegar a ojos del habitante vía computadora. Google, nacida en los Estados Unidos, tiene como principio hacer llegar toda la información posible a todos los usuarios que requieran cualquier cosa. Y es que Google se ha convertido en un componente más de nuestra vida diaria.
El buscador más importante de la red amenazó con irse y generó una polémica mundial que hasta avivó la llama de una posible reforma informática en Venezuela.
Google como respuesta a la censura, ha violado las leyes informáticas chinas, y realizó una acción que el gobierno chino tomó como ofensa. Redirigir todas las búsquedas hacía el dominio .hk que pertenece a Hong Kong, que perteneciendo al Gigante Asiático, tiene diferentes leyes con respecto a la información.
El gobierno precedido por Obama, que misteriosamente también está censurado en el país oriental está en contra de la censura pero afirma que estos problemas no llegarán al ámbito político ni deterioraran las relaciones bilaterales entre Pekin y Washington.
Entre la información censurada está el cambio de dólar a yuán, la venta de armamento de EE.UU a Taiwan, la represión en el Tíbet y Xinjiang, la matanza de estudiantes en Tiananmen, Barack Obama y diferentes violaciones de derechos humanos.
Personalmente pienso que esta medida es algo exagerada. China no puede vendarle los ojos a sus habitantes, volverlos ciegos a la verdad. Y es que los chinos son autores de diversos daños hacia la humanidad y tienen un rechazo muy grande a diferentes ideas que puedan cambiar la visión de su población en relación al socialismo con el que vive el país hace ya más de 50 años.